Música elegante, para paladares selectos, y posiblemente, mi grupo favorito de todos los tiempos. Ellos me recuerdan a la primavera y el verano. Un día debería ir a Bondi beach y pasarme el día tirado en una hamaca bajo una palmera oyendo a The Church sin parar. "Starfish" se coló en mi vida allá por el año 1988 y ya no les solté. Qué obra maestra, y esa voz...Hay que reconocer que Steve Kilbey desprendía clase y carisma por todos los lados. De su discografía recomiendo a cualquiera "Priest = Aura" y el citado "Starfish", aunque para mí todos son imprescindibles. Les ví dos veces en directo, una primera cuando vinieron presentando "Gold afternoon fix", y otra cuando promocionaron "After everything...now this", y en ambas me encantaron. Además amo los discos que Steve Kilbey grabó en solitario en plan "artesanal" ("Unearthed" y "Remindlessness", por poner dos ejemplos), con su mesa de 4 pistas. La verdad es que no hay nada mejor: una pequeña mesa de ocho pistas, una caja de ritmos, un bajo, una guitarra, un micro, y cocinártelo tú todo dejando volar la imaginación. Experimentar. A Steve Kilbey tengo que agradecerle eso, el DIY (do it yourself). Por supuesto que salen cosas infumables de las que ruborizarse al oirlas con el paso de los años, pero también sale alguna que otra cosa buena o curiosa. Yo también tuve una pequeña mesa de mezclas de 8 pistas en la que grababa mis canciones. Conservo muchas de ellas y al oir algunas todavía me digo "hey, amigo, ese tema no está nada mal".
El sol se ha sentado en mi cocina. Os dejo con "Reptile"...