La visión de las cosas a través de los ojos de un cachorrillo de perro, flaco y desvalido, de la violencia cruda del mundo, de su amo, una visión cruel, inadulterada, libre de los filtros autoimpuestos por la edad y la experiencia..."más sabe el diablo por viejo que por diablo".
El gran Cíclope que da lecciones de óptica. Capturando la instantánea. Está hechizado. Se encoge. Biopsia. Asesino confeso, charlatán aficionado. Su inútil punto de vista es lo único que ven, triste. La sangre caliente, la culpa, el nervio óptico. Si muestras una actitud correcta tendrás éxito, triste. Demasiado tarde para mí. Ten los ojos abiertos. El discurso dulce no cambiará nada. Una visión cruel. Perros en estado comatoso. Carne asada con antorchas. Desinterés. Desinfección. La misma historia contada una y otra vez. Impresionados por poseer. Todo lo que es puro congelado en el tiempo. Y los instintos siguen evolucionando sin parar. Si muestras una actitud correcta tendrás éxito, triste. Demasiado tarde para mí. Ten los ojos abiertos. El discurso dulce no cambiará nada. Una visión cruel, cruel, cruel...Ahora es lo único que es real.
Ministry, Nine Inch Nails, Marilyn Manson, Rammstein...los que queráis. Todos le deben tributo a los padres, a Skinny Puppy. El grupo que sentó las bases del rock industrial. El grupo que mejor ha plasmado la locura en sonidos. Esta semana me he vuelto a empapar de la oscuridad de "Too dark park", "The last rights", "Mythmaker", "Rabies"...
Os dejo con "Worlock", una de mis canciones favoritas de siempre, de su concierto de reunión en el Doomsday Festival, que tuvo lugar en Dresde, en el 2000. Aguantad hasta el minuto 2:23, momento en el que Nivek Ogre surge de detrás de las bambalinas para ofrecernos una interpretación final intensa y sublime, al tiempo que imágenes de Charles Manson y su secta de asesinos acaparan las pantallas de vídeo. Nivek Ogre y cKevin Key siguen juntos, después de tántos años y de terribles pérdidas - un tercer miembro, Dwayne Goettel, murió de sobredosis de heroína en 1995-, facturando grandes discos. Que duren mucho.
"Combatí a Poseidón en la costa, y me hice con su collar de conchas..."
sábado, 26 de febrero de 2011
viernes, 18 de febrero de 2011
2001 A SPACE ODISSEY - Live!
Hace un par de semanas tuve la suerte de asistir a un concierto en el precioso Auditorio Nacional de Música de Madrid. En esta ocasión la Orquesta y Coro Nacionales de España, dentro del ciclo de conciertos dedicados al 7º Arte, interpretaron toda la banda sonora elegida por Stanley Kubrick para su película "2001 una odisea en el espacio". En concreto, las piezas fueron el "Atmosphères" y el "Requiem" de György Ligeti, y los famosos "Also sprach Zarathustra" (Así habló Zaratustra) y "An der schönen blauen Donau" (El bello Danubio azul) de Richard y Johann Strauss, respectivamente. Para el que suscribe estas líneas "2001 una odisea en el espacio" es una de las mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos y, por supuesto, una auténtica obra maestra. Otras películas que destacaría entre mis favoritas dentro del mismo género serían "Blade runner", "Forbidden planet" (desde aquí mi recuerdo a los recientemente fallecidos Leslie Nielsen y a la hermosa Anne Francis), "Encuentros en la tercera fase", "Alien, el octavo pasajero" (tremenda Sigourney Weaver en ropa interior), "Naves misteriosas" y, más recientemente, "Contact". (De "Blade runner" (1982) guardo un especial recuerdo porque mi padre me llevó a verla el mes de su estreno en cines. Por aquel entonces yo tendría unos escasos 9 años y, evidentemente, no entendí un carajo de lo que me estaban contando, pero de alguna forma me fui con la sensación de que había visto algo único.)
El propio Kubrick definió a "2001 un odisea en el espacio" como "...una experiencia visual, no verbal,...que alcanza al espectador en un nivel más profundo de conciencia, precisamente como lo hace la música y la pintura". Y es ahí donde reside la clave, porque en la película, donde los dialogos son escasísimos y por lo general, secundarios, la música juega un papel esencial. Hay incluso secuencias muy largas que renuncian, literalmente, a la palabra (la impresionante primera parte, mi favorita, protagonizada por los simios, no podría ser más reveladora).
Además ahí quedan para la historia esos saltos temporales abruptos y sorprendentes (memorable la transición sin solución de continuidad del hueso lanzado en el aire por el simio a la nave espacial), la críptica e insondable naturaleza de sus símbolos (el monolito, y la cantidad de libros que ha generado a posteriori en forma de sesudos intentos de descifrar su significado) y, por último, no podemos olvidarnos de HAL 9000, probablemente el ordenador más hijoputa de la historia del cine. De cualquier manera todo podría haber sido distinto: al principio estaba previsto que la banda sonora del filme la escribiese el compositor Alex North. Kubrick se reunió con North para proporcionarle las directrices sobre el trabajo a realizar y, a modo de ejemplo, le indicó algunas piezas de música clásica. North se puso manos a la obra pero, cuando la película estaba ya terminada, se llevó la desagradable sorpresa de que el director había desechado toda la música escrita por él y se había quedado con las piezas clásicas originales. El mismo Kubrick comentó al respecto: "Por muy buenos que sean nuestros compositores de películas, no son un Beethoven, un Mozart o un Brahms. ¿Por qué utilizar una música menos buena cuando existe una multitud de gran música orquestal disponible desde el pasado hasta nuestra época?". Aplastante afirmación.
Cada una de las obras musicales escogidas actúa, además, como un leitmotiv asociado a un objeto, una imagen o una idea. Así, el Requiem de Ligeti, está estrechamente vinculado al monolito; las más artículadas nubes tímbricas de Atmosphères aparecen cuando el astronauta David Bowman, tras encontrar el tercer monolito cerca de Júpiter, entra de repente en un túnel espacial donde viaja a gran velocidad por un psicodélico pasadizo de luces; el preludio de Así hablo Zaratustra se escucha tres veces: la primera, en los créditos de apertura, con sol, tierra y luna representados frente a frente. La segunda, cuando el simio descubre que puede utilizar un hueso de animal como herramienta. Y la tercera, al final de la película, cuando Bowman toma forma de feto humano. Por último, El bello Danubio azul es empleado para acompañar dos largas secuencias: el viaje del Dr. Floyd hacia la estación espacial que orbita alrededor de la tierra y su posterior alunizaje en el cráter Tycho.
Hablando ya como oyente, jamás hubiera creído poder asistir a una representación tan fidedigna e impresionante del Requiem de Ligeti. Tengo que reconocer que esa noche, el coro de la Generalitat Valenciana, compuesto por 61 voces, y la soprano Caroline Stein y la mezzosoprano Catherine Wyn-Rogers estuvieron inmensos. Esa parte final, con una duración aproximada de 40 minutos, hizo que, al cerrar los ojos, reviviera las imágenes del alucinante viaje de David Bowman hacia el último estadío del desarrollo humano: el superhombre. Tanto el Requiem como Atmosphères se basan en la llamada "micropolifonía", que consiste en crear una polifonía de elementos pequeños tan densa y enrevesada que el oyente la percibe globalmente como una especie de ilusionismo sonoro, dando como resultado una pieza de un estatismo misterioso y enigmático, perfecta para las imágenes que constituyen el grand finale de la película.
Horas más tarde, al regresar a casa, la compra vía internet de la banda sonora de esta genial película se hizo parada obligatoria.
El propio Kubrick definió a "2001 un odisea en el espacio" como "...una experiencia visual, no verbal,...que alcanza al espectador en un nivel más profundo de conciencia, precisamente como lo hace la música y la pintura". Y es ahí donde reside la clave, porque en la película, donde los dialogos son escasísimos y por lo general, secundarios, la música juega un papel esencial. Hay incluso secuencias muy largas que renuncian, literalmente, a la palabra (la impresionante primera parte, mi favorita, protagonizada por los simios, no podría ser más reveladora).
Además ahí quedan para la historia esos saltos temporales abruptos y sorprendentes (memorable la transición sin solución de continuidad del hueso lanzado en el aire por el simio a la nave espacial), la críptica e insondable naturaleza de sus símbolos (el monolito, y la cantidad de libros que ha generado a posteriori en forma de sesudos intentos de descifrar su significado) y, por último, no podemos olvidarnos de HAL 9000, probablemente el ordenador más hijoputa de la historia del cine. De cualquier manera todo podría haber sido distinto: al principio estaba previsto que la banda sonora del filme la escribiese el compositor Alex North. Kubrick se reunió con North para proporcionarle las directrices sobre el trabajo a realizar y, a modo de ejemplo, le indicó algunas piezas de música clásica. North se puso manos a la obra pero, cuando la película estaba ya terminada, se llevó la desagradable sorpresa de que el director había desechado toda la música escrita por él y se había quedado con las piezas clásicas originales. El mismo Kubrick comentó al respecto: "Por muy buenos que sean nuestros compositores de películas, no son un Beethoven, un Mozart o un Brahms. ¿Por qué utilizar una música menos buena cuando existe una multitud de gran música orquestal disponible desde el pasado hasta nuestra época?". Aplastante afirmación.
Cada una de las obras musicales escogidas actúa, además, como un leitmotiv asociado a un objeto, una imagen o una idea. Así, el Requiem de Ligeti, está estrechamente vinculado al monolito; las más artículadas nubes tímbricas de Atmosphères aparecen cuando el astronauta David Bowman, tras encontrar el tercer monolito cerca de Júpiter, entra de repente en un túnel espacial donde viaja a gran velocidad por un psicodélico pasadizo de luces; el preludio de Así hablo Zaratustra se escucha tres veces: la primera, en los créditos de apertura, con sol, tierra y luna representados frente a frente. La segunda, cuando el simio descubre que puede utilizar un hueso de animal como herramienta. Y la tercera, al final de la película, cuando Bowman toma forma de feto humano. Por último, El bello Danubio azul es empleado para acompañar dos largas secuencias: el viaje del Dr. Floyd hacia la estación espacial que orbita alrededor de la tierra y su posterior alunizaje en el cráter Tycho.
Hablando ya como oyente, jamás hubiera creído poder asistir a una representación tan fidedigna e impresionante del Requiem de Ligeti. Tengo que reconocer que esa noche, el coro de la Generalitat Valenciana, compuesto por 61 voces, y la soprano Caroline Stein y la mezzosoprano Catherine Wyn-Rogers estuvieron inmensos. Esa parte final, con una duración aproximada de 40 minutos, hizo que, al cerrar los ojos, reviviera las imágenes del alucinante viaje de David Bowman hacia el último estadío del desarrollo humano: el superhombre. Tanto el Requiem como Atmosphères se basan en la llamada "micropolifonía", que consiste en crear una polifonía de elementos pequeños tan densa y enrevesada que el oyente la percibe globalmente como una especie de ilusionismo sonoro, dando como resultado una pieza de un estatismo misterioso y enigmático, perfecta para las imágenes que constituyen el grand finale de la película.
Horas más tarde, al regresar a casa, la compra vía internet de la banda sonora de esta genial película se hizo parada obligatoria.
domingo, 6 de febrero de 2011
Adiós a un genio de la guitarra: Gary Moore (04/04/1952 - 06/02/2011)
Qué día más triste, todavía no acabo de creerlo, ha muerto Gary Moore a la edad de 58 años, un Dios de la guitarra y alguien a quien le debo muchísimo ya que fue él mi principal influencia musical y el causante de que empezara a tocar la guitarra. La noticia es todavía más difícil de asimilar porque en las últimas décadas Gary no estaba metido en drogas y todo apunta a que llevaba una vida completamente sana y familiar.
A pesar del tiempo transcurrido el recuerdo que tengo es nítido y claro: tenía doce años, era el año 1985, y Gary Moore pasaba por Madrid presentando el impresionante "Run for cover". Un amigo mío, mayor que yo, que por aquel entonces me daba clases particulares de matemáticas le pidió permiso a mis padres para llevarme con él a ver a Gary. Sí, lo recuerdo todo, porque para un criajo entrar por primera vez al Pabellón de Deportes del Real Madrid, en una cola llena de heavies con litronas era un bautismo en el mundo del rock en toda regla. Se acabó escuchar discos con los cascos a todo volumen en el salón de casa, ahora vería un auténtico concierto de rock, y mis pensamientos y conversaciones giraron entorno a aquel día las semanas siguientes. Porque el concierto de Gary lo recordaré siempre como uno de los mejores que he visto en mi vida, y he visto unos cuantos. Sí, ahora que estoy en estado de shock por la noticia la secuencia llega nítida a mi cabeza. Recuerdo acercarme al puesto de merchandising donde vendían camisetas, cds, etc y comprar el folleto de la gira, un bonito libro de imagenes de Gary, en su irlanda natal, con Bob Daisley, Neil Carter, y el resto de músicos que le acompañaban en aquella gira. También figuraba Glenn Hughes, pero debido a sus problemas con las drogas fue descartado casi al comienzo del tour. Sí, recuerdo que nos sentamos en una de las gradas laterales, y que unos heavies de al lado me pidieron el programa del tour para echarle un vistazo. Recuerdo que me puse muy nervioso porque se lo fueron pasando de mano en mano y casi lo perdí de vista hasta que, finalmente, lo recuperé. Recuerdo que los teloneros eran otro grupo irlandés llamado "Mamma´s Boys", con su hit "Mamma we´re all crazy now", una versión de Slade. Y recuerdo cuando se apagaron las luces, y la sintonía de teclados introductoria del tema que eligió Gary para abrir ("Run for cover"), y el estallido con el primer acorde, y cómo canté a grito pelado cada canción hasta el final del concierto. Todavía conservo dos cassetes que compré en el rastro de Madrid de la grabación de ese concierto.
A partir de ese momento mi vida ya no sería lo mismo. En el instituto pasaría a ser conocido como Gary. Paredes de mi habitación empapeladas con reportajes, pósters, etc de Gary. Compra compulsiva de todos sus discos en solitario, proyectos paralelos (Colosseum II, Thin Lizzy, etc), bootlegs, maxi-singles, en fín, TODO. Mientras mis compañeros pasaban las tardes jugando al fútbol yo compré una tabla de madera, le dibujé una forma de guitarra y la llevé a un carpintero de la calle donde tenían su casa mis padres para que la cortara. Después la pinté y le puse hilos clavados con alfileres a modo de cuerdas. Otros utilizaban raquetas de tenis para sus sesiones de air-guitar, pero yo estaba orgulloso de mi "guitarra". Le hice a mi padre comprarme una gabardina para parecerme a Gary (en el instituto todos se reían de que llevara una gabardina, parecía un "viejo"), y mi fanatismo era tan absoluto que hasta se me pasó por la cabeza coger una cuchilla para cortarme la zona de la cara de debajo de la boca para hacerme dos cicatrices, iguales a las que llevaba Gary en su rostro (aunque él las consiguió con un motivo más glamuroso y rockero: una pelea en un bar, mano a mano con Phil Lynnot, su colega de siempre y otro coloso de la música). Juventud divino tesoro...
"Back on the streets", "Dirty fingers", "Rocking every night - live in Japan", "Corridors of power", "Victims of the future", "We want Moore", "Run for cover", "Wild frontier", "After the war", discos que quemé de tanto escucharlos y que por supuesto todavía conservo como si fueran oro. Ahí quedan. Porque a mí me gustó su etapa heavy y le perdí la pista cuando, en un giro de tuerca que nunca entendí, se pasó al blues, donde saltó a la fama mundial con aquel disco llamado "Still got the blues".
Ha muerto en España, en un hotel de Estepona, mientras estaba disfrutando de unas vacaciones, mientras dormía.
Un abrazo y descansa en paz, Gary, y mil gracias por toda la música que nos has dado y por toda la inspiración. Siempre estarás entre mis músicos más queridos.
A pesar del tiempo transcurrido el recuerdo que tengo es nítido y claro: tenía doce años, era el año 1985, y Gary Moore pasaba por Madrid presentando el impresionante "Run for cover". Un amigo mío, mayor que yo, que por aquel entonces me daba clases particulares de matemáticas le pidió permiso a mis padres para llevarme con él a ver a Gary. Sí, lo recuerdo todo, porque para un criajo entrar por primera vez al Pabellón de Deportes del Real Madrid, en una cola llena de heavies con litronas era un bautismo en el mundo del rock en toda regla. Se acabó escuchar discos con los cascos a todo volumen en el salón de casa, ahora vería un auténtico concierto de rock, y mis pensamientos y conversaciones giraron entorno a aquel día las semanas siguientes. Porque el concierto de Gary lo recordaré siempre como uno de los mejores que he visto en mi vida, y he visto unos cuantos. Sí, ahora que estoy en estado de shock por la noticia la secuencia llega nítida a mi cabeza. Recuerdo acercarme al puesto de merchandising donde vendían camisetas, cds, etc y comprar el folleto de la gira, un bonito libro de imagenes de Gary, en su irlanda natal, con Bob Daisley, Neil Carter, y el resto de músicos que le acompañaban en aquella gira. También figuraba Glenn Hughes, pero debido a sus problemas con las drogas fue descartado casi al comienzo del tour. Sí, recuerdo que nos sentamos en una de las gradas laterales, y que unos heavies de al lado me pidieron el programa del tour para echarle un vistazo. Recuerdo que me puse muy nervioso porque se lo fueron pasando de mano en mano y casi lo perdí de vista hasta que, finalmente, lo recuperé. Recuerdo que los teloneros eran otro grupo irlandés llamado "Mamma´s Boys", con su hit "Mamma we´re all crazy now", una versión de Slade. Y recuerdo cuando se apagaron las luces, y la sintonía de teclados introductoria del tema que eligió Gary para abrir ("Run for cover"), y el estallido con el primer acorde, y cómo canté a grito pelado cada canción hasta el final del concierto. Todavía conservo dos cassetes que compré en el rastro de Madrid de la grabación de ese concierto.
A partir de ese momento mi vida ya no sería lo mismo. En el instituto pasaría a ser conocido como Gary. Paredes de mi habitación empapeladas con reportajes, pósters, etc de Gary. Compra compulsiva de todos sus discos en solitario, proyectos paralelos (Colosseum II, Thin Lizzy, etc), bootlegs, maxi-singles, en fín, TODO. Mientras mis compañeros pasaban las tardes jugando al fútbol yo compré una tabla de madera, le dibujé una forma de guitarra y la llevé a un carpintero de la calle donde tenían su casa mis padres para que la cortara. Después la pinté y le puse hilos clavados con alfileres a modo de cuerdas. Otros utilizaban raquetas de tenis para sus sesiones de air-guitar, pero yo estaba orgulloso de mi "guitarra". Le hice a mi padre comprarme una gabardina para parecerme a Gary (en el instituto todos se reían de que llevara una gabardina, parecía un "viejo"), y mi fanatismo era tan absoluto que hasta se me pasó por la cabeza coger una cuchilla para cortarme la zona de la cara de debajo de la boca para hacerme dos cicatrices, iguales a las que llevaba Gary en su rostro (aunque él las consiguió con un motivo más glamuroso y rockero: una pelea en un bar, mano a mano con Phil Lynnot, su colega de siempre y otro coloso de la música). Juventud divino tesoro...
"Back on the streets", "Dirty fingers", "Rocking every night - live in Japan", "Corridors of power", "Victims of the future", "We want Moore", "Run for cover", "Wild frontier", "After the war", discos que quemé de tanto escucharlos y que por supuesto todavía conservo como si fueran oro. Ahí quedan. Porque a mí me gustó su etapa heavy y le perdí la pista cuando, en un giro de tuerca que nunca entendí, se pasó al blues, donde saltó a la fama mundial con aquel disco llamado "Still got the blues".
Ha muerto en España, en un hotel de Estepona, mientras estaba disfrutando de unas vacaciones, mientras dormía.
Un abrazo y descansa en paz, Gary, y mil gracias por toda la música que nos has dado y por toda la inspiración. Siempre estarás entre mis músicos más queridos.
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